La paranoia de Windows 8 Server
Oh dios qué he hecho...
Por qué fui tan valiente, por qué nunca pienso las consecuencias de mis actos cuando a la larga se revuelven contra mí y me atacan con toda su fiereza exacerbada. Me dijeron que no jugara con fuego y lo hice. Mi mente se encuentra en un estado de consternación, casi catatónica en el que el pasado más reciente se muestra borroso, fruto sin duda del shock que me produjo probar windows 8 server.
No recuerdo cuándo pensé que sería divertido. Los fantasmas del pasado me atormentan con sus lamentos. Tuvo que ser hace unos días. Me bajé la .iso de windows 8 server beta de 64 bits para reirme un rato de la ridícula potencia que brinda a Apache y de la poca flexibilidad en general para administrar el sistema. Sí, eso debió ser.
Qué friki era por aquel entonces. Con ganas de experimentar todo lo nuevo, sin tener en cuenta el riesgo que ello conlleva, haciendo caso omiso a las advertencias de alpha y beta. Nunca pensé que pudiera salir dañado. Sólo era software. El software no hace daño a nadie... que estúpido e incauto fui. El experimento salió mal, peor de lo que nadie pudiera esperar.
Durante la tediosa instalación, me informé mejor de las novedades de windows 8 server. Parecía estar más enfocado a la nube y a la virtualización. La principal característica era un nuevo sistema de archivos llamado ReFS cuyas "revolucionarias" novedades eran el uso de una arquitectura de B+trees (como XFS desde los albores de la humanidad) y del algoritmo copy-on-write (que también utiliza Btrfs). El nuevo sistema de archivos de Windows me pareció algo decepcionante pero cuando la instalación terminó me me encontré de bruces con eso... Intentar recordar ese momento me produce nauseas. Quién fue capaz de poner Metro como interfaz de un sistema de servidor?! No entendía nada. Una interfaz táctil para un servidor que quizás no tuviera ni siquiera un triste monitor o como mucho el CRT más roñoso de la oficina en la que estuviera instalado.
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Después de una experiencia como aquella, solo pude desear olvidarla cuanto antes y seguir con mi vida. Pero no pude. Todo me recordaba aquella interfaz que parecía hecha en ncurses pero que consumía 700Mb de RAM como si un servidor tuviera recursos ociosos que ocupar en renderizar las más básicas figuras con el peor rendimiento y asignación de recursos de la historia. Me sentía confuso en mi escritorio Unity, con todos sus efectos de Compiz. Todo había cambiado en mi interior. Cuando utilizaba mi estación de trabajo no dejaba de pensar cómo ese engendro de la informática en forma de Windows server había violado mi Xeon, un procesador para el que el leviatán con Metro había sido creado. Tenía un sabor amargo en la boca, como de bilis regurgitada cada vez que encendía el ordenador. Esa terrible maldición fue aumentando con el tiempo hasta que no pude encender más mi ordenador por las sacudidas en mi estómago cuando me sentaba frente a él.
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FIN